La absurda “guerra comercial” de Donald Trump

La segunda llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y su constante retórica beligerante, amparándose en los poderes extraordinarios contemplados en la constitución por cuestiones de seguridad nacional, está alterando el comercio, la economía y el orden mundial que Estados Unidos asumió después de la Guerra Fría, con la disolución de la Unión Soviética en 1991.

El pasado 2 de abril, en notificación firmada como el “Día de Liberación de América, el presidente estadounidense anunció un paquete de “aranceles recíprocos” a 60 países amigos y no amigos, con tasas del 10% al 52%, con el objetivo de reducir el déficit comercial de su país.

En el listado de los 60 se publican los países que aplican impuestos de hasta el 20% a los productos norteamericanos. Lo inexplicable de este desmonte comercial es que Rusia no aparece por ningún lado.

Golpe va, golpe viene

Como resultado, las naciones “golpeadas” han respondido con sus propios aranceles, lo que afecta a sectores clave de la economía estadounidense como los servicios, las finanzas y seguros, la agricultura, la industria automotriz, el sector energético y las telecomunicaciones… golpe va, golpe viene, en esta ¡absurda “guerra comercial” desatada por Donald Trump!

Los aranceles aumentan el precio de los productos importados, pero también afectan tanto a consumidores estadounidenses como a los que están más allá del Atlántico o del Pacífico.

El miedo producido por los decretos controversiales de Trump están generando disparidades en las bolsas de valores, afectando la confianza de los inversores.

¿Para dónde va la fantasía del presidente Trump con estas imposiciones arancelarias? En el fondo, lo que realmente busca es que las grandes empresas instalen sus fábricas en territorio estadounidense para multiplicar los puestos de trabajo, lo que tomaría varios años, pues las empresas no se montan de la noche a la mañana.

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El riesgo de la inestabilidad mundial

En 1898, Estados Unidos surgió como una potencia después de décadas de desarrollo industrial, económico y social, con el apoyo de migrantes provenientes principalmente de Europa. Después de la caída del Muro de Berlín en 1989, se convirtió en la primera superpotencia global, es decir, en un país provisto de gran poder militar y financiero.

En la actualidad, los órganos gubernamentales estadounidenses como el Consejo de Inteligencia Nacional (NIC), han confirmado en su informe Global Trends 2025 que “Estados Unidos continuará siendo el país más poderoso del mundo, aunque será menos dominante”.

El impredecible presidente Trump parece que está dispuesto a “azotar” tanto a sus amigos como a sus adversarios en el escenario del comercial global, lo que podría desencadenar en una depresión mundial similar a la de 1929, que tuvo efectos devastadores en Estados Unidos y en otros países. “Son golpes de lo que podría convertirse en una guerra comercial global muy destructiva”, advirtió Paul Ashworth, economista jefe para Norteamérica de Capital Economics.

Más que un asesor experto en eficiencia gubernamental para reducir el gasto federal y la burocracia como Elonk Musk, el hombre más rico del mundo, lo que el presidente necesita es un asesor económico de quilates, que tenga los “pantalones bien puestos” para hacerle recapacitar sobre sus inconsistencias económicas y su absurda “guerra comercial”, que podría desestabilizar el orden mundial de más de cien años.