El mundo está en una etapa de transformación digital en la que la inteligencia artificial (IA) desafía la noción de lo que significa estar vivo, sentir y pensar.
La IA puede generar imágenes, música, videos e incluso conversaciones extremadamente realistas con humanos.
Las herramientas de inteligencia sirven además como un espejo que refleja nuestros deseos, miedos y, en última instancia, nos brinda soluciones.
Imagine tener una conversación en la que cada respuesta se adapte perfectamente a usted, no por ser un individuo vivo, sino por una máquina programada en el arte de la conversación.
Más que un software de soporte técnico, la máquina se convierte en un “consejero”.
Esta circunstancia plantea preguntas sobre nuestro futuro. ¿Cómo podríamos adaptarnos a un mundo en el que las máquinas nos comprenden, quizás mejor de lo que nosotros mismos nos entendemos? ¿Qué podría aprender el ser humano sobre sí mismo?
De ninguna forma se refiere de hacia dónde nos puede conducir la IA, sino hacia dónde nosotros decidimos ir con ella.
FUNCIONAMIENTO GLOBAL DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
El pasado 13 de marzo los miembros del Parlamento Europeo establecieron las reglas del funcionamiento global de la inteligencia artificial, ley que esboza un antes y un después en el manejo legislativo de esta nueva tecnología.
Aunque la UE es la primera en dar este paso, no es la única. En Estados Unidos, la idea no procede del gobierno, sino del sector privado. Empresas como IBM, Google y Microsoft han desarrollado principios éticos para la IA y han participado en varias iniciativas para promover su uso responsable.
El convenio se originó en un momento en el que los sistemas de inteligencia artificial generativa, tales como ChatGPT de OpenAI y chatbot Gemini de Google, se vuelven más populares, lo que plantea
interrogantes acerca de la desinformación que ha evidenciado la manipulación, violación de la privacidad y la discriminación.
La disposición central de esta ley se refiere a información, textos, imágenes o vídeos falsos generados artificialmente con datos falsos que se suministran al sistema de manera intencionada. De igual forma, establece el uso restringido por parte de los países en la vigilancia biométrica de espacios públicos en búsqueda de personas.
La “Ley IA” también prohíbe los sistemas de calificación de ciudadanos y de vigilancia masiva utilizados en países como China.
La proposición de la Unión Europea insta a que las empresas que no cumplan con las normas podrían ser “penalizadas” con sanciones que van desde $8.2 millones o el 1.5% de su facturación hasta $38 millones o el 7% de la facturación global, según el tipo de infracción.
Esperamos que todos los gobiernos del mundo den su visto bueno a la Ley IA y que la legislación se establezca lo más pronto posible.
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