El código de barras cumple 50 años de lectura exitosa

El 26 de junio de 1974, a las 8:01 horas, un autoservicio de Ohio vendió el primer producto de consumo masivo con la lectura exitosa del código de “líneas paralelas” en formato rectangular, el código de barras.

El producto fue un paquete de goma de mascar Wrigley’s de 25 centavos. Gracias a los ajustes realizados en el sistema de registro numérico, el artículo quedó plenamente identificado a efectos del inventario y la descarga contable.

Las gomas de mascar y el recibo de la compra se conservan en el Instituto Smithsonian, centro de investigación de museos, administrado por el Gobierno de Estados Unidos.

Los dos primeros números hacían referencia al país de origen. Los cinco siguientes corresponden al fabricante, los subsiguientes al número que la empresa daba al producto en su catálogo interno. El último es un número de control automático generado por un algoritmo que impedía cualquier error en la lectura.

El código de barras inventado por los estadounidenses Joseph Woodland, Bernard Silver y Jordin Johanson y patentado el 7 de octubre de 1952 no tuvo un éxito inmediato.

Pasaron más de dos décadas antes de su aplicación práctica, pero fue el que marcó el principio que ayudó a mejorar la industria del comercio.

El código de barras en la actualidad

Han pasado 50 años de esa “primera lectura láser exitosa”. Hoy se repite más de seis mil millones de veces al día en cualquier lugar del mundo.

Se escanean desde productos de consumo masivo a documentos de identidad, pasando a los centros clínicos e ingreso a establecimientos. Incluso, el código de barras se usa en la fabricación de componentes de maquinaria, automóviles, aviones y naves espaciales, entre otros usos.

Con la aparición de los dispositivos de comunicación inalámbrica a finales del siglo pasado, el código de barras se ajustó a la tecnología. Así, dio sitio a nuevas formas de utilización como los códigos bidimensionales, en los que se lee tanto en horizontal como en vertical.

Algunos de los códigos bidimensionales más habituales son el QR y BIDI. Otros sistemas son EAN-13 y EAN-8, usados principalmente para productos de consumo que se escanean en un punto de ventas (POS por sus siglas en inglés).

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Sin embargo, el característico sonido “bit-bit-bit” reconocido por todo el mundo, podría ser desplazado por la nueva tecnología RFID.

La RFID (del inglés Radio Frequency Identification) es un sistema de almacenamiento y recuperación de datos remotos que utiliza dispositivos denominados “transpondedores” (etiquetas y tarjetas).

Su propósito tecnológico es transmitir la identidad de un objeto (similar a un número de serie único) mediante ondas de radio.

Esta tecnología se agrupa dentro de las Auto ID (automatic identification), para la identificación y la reseña de los objetos y es como una “huella dactilar” del comercio.

No obstante, el invento patentado hace 72 años por Woodland, Silver y Johanson continuará como el principio que afinó la industria del comercio, ayudando a consolidar la economía moderna.

De hecho, el mundo que hoy habitamos no sería sostenible sin esta huella dactilar o, mejor dicho, sin el código de barras.