El verano sabe mejor con un helado

Con la llegada del verano, los días se llenan de luz, risas al aire libre, de actividades en el parque o la playa, de caminatas al atardecer… y de ese antojo irresistible por algo frío, dulce y reconfortante que solo un buen helado puede satisfacer.

El helado es, sin duda, uno de los placeres más universales y atemporales y quiero aprovechar para invitarte a sumergirte en una experiencia más auténtica que se ha convertido en una tendencia de consumo en el mundo en los últimos años: el helado artesanal.

La historia del helado artesanal: Un viaje en el tiempo

La historia y origen del helado artesanal se remonta a la antigua China alrededor del año 3000 a.C., donde se mezclaban nieve de las montañas, frutas y miel para crear un postre helado.

Más tarde, en las épocas de sumo calor, los persas y los romanos enterraban en la nieve ánforas con frutas mezcladas con miel para conservarlas y servirse heladas.

Es en Italia donde se consuma la técnica y el arte en la preparación del helado. Durante muchos años los heladeros italianos guardaron celosamente el secreto de preparación de los helados. Fue, particularmente en Sicilia, donde se atribuye la creación del primer gelato cremoso a Bernardo Buontalenti, un ingenioso arquitecto, militar y también gran entusiasta de la cocina al servicio de la familia Médici.

En una presentación ante la corte, Buontalenti creó una mezcla a base de leche, miel, yemas de huevo y frutas, que fue enfriada con una mezcla de hielo y sal, considerada el origen del gelato artesanal tal como lo conocemos hoy.

A partir de este momento, nació una nueva forma de entender el helado, donde la textura, el sabor auténtico y la elaboración cuidadosa marcaron lo que ahora conocemos como helado artesanal.

Mucho más que frío y dulce: así se define el helado

El helado es mucho más que un producto frío. Es un símbolo universal de placer que ha acompañado a generaciones enteras en celebraciones, tardes soleadas de verano y momentos de consuelo. Su sola mención despierta recuerdos, emociones y antojos, convirtiéndolo en un alimento cargado de significado cultural y afectivo.

Y aunque parece sencillo —una mezcla congelada de sabores dulces— su verdadera definición encierra una riqueza y complejidad digna de explorar.

Técnicamente, el helado puede definirse como: “una preparación alimenticia que resulta de la mezcla de materias primas llevadas al estado sólido, semisólido o pastoso mediante congelación y que han de mantener un grado de plasticidad y temperatura hasta el momento de su consumo”.

Esta descripción, aunque técnica, pero precisa, apenas roza la magia detrás de su elaboración.

Existen múltiples categorías de helado: los tradicionales a base de leche, los sorbetes de frutas, los helados veganos, los bajos en azúcar, los helados soft, o los gelatos italianos. Cada uno con características distintas en cuanto a ingredientes, proporción de aire, textura y temperatura.

En el caso del helado artesanal, su diferencia con otras categorías no solo está en su receta, sino en su alma y se distingue por su proceso de elaboración. Se prepara en pequeñas cantidades, con ingredientes frescos, sin conservantes, ni colorantes artificiales, con un cuidado especial en la selección de los ingredientes y con una dedicación que transforma cada sabor en una experiencia única, aún durante el verano.

Esto permite una textura más cremosa, sabores más intensos y una experiencia sensorial que el helado industrial difícilmente puede igualar.

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El mercado del helado artesanal: Una tendencia que derrite el paladar

En los últimos años, el consumo de helado artesanal ha crecido de forma notable, especialmente en mercados como Estados Unidos, donde los consumidores están cada vez más interesados en productos naturales, hechos a mano y con identidad local.

Según un informe reciente, en 2022 el tamaño del mercado de helados artesanales se valoró en $62,450 millones y se estima que crecerá un 4.4% entre 2023 y 2032, teniendo un repunte gracias al auge de pequeños productores que apuestan por la calidad y la innovación, trayendo a las heladerías creativos sabores y combinaciones dignas de una medalla.

El mercado del helado artesanal también se ha fortalecido gracias a una tendencia clave entre los consumidores y es la búsqueda de experiencias personalizadas.

Hoy en día, muchos clientes desean algo más que un simple sabor y quieren participar en la creación de su postre ideal. Las heladerías artesanales responden a esta demanda ofreciendo una amplia gama de opciones: sabores como lavanda con miel, aguacate con limón, caramelo con sal marina o coco con cúrcuma, han conquistado los paladares más curiosos, hasta versiones veganas y libres de lácteos, al igual que toppings seleccionados al gusto.

Esta personalización no solo responde a preferencias personales, sino también a necesidades dietéticas específicas, permitiendo que cada persona disfrute de su helado como una experiencia hecha a la medida.

Una invitación deliciosa para comer helado este verano

La creciente demanda de sabores únicos e innovadores, el interés por un estilo de vida más saludable y la valoración de productos auténticos y de alta calidad, convierten al helado artesanal en una elección irresistible para este verano.

Su marcada creatividad —capaz de combinar ingredientes inesperados— convive armónicamente con sabores clásicos como la vainilla con galleta, que nos transportan a la infancia y evocan memorias dulces, simples y reconfortantes.

Más que un postre durante el verano, el helado artesanal es una experiencia. Es la posibilidad de salir del molde, de saborear el trabajo y la pasión detrás de cada receta, y de apoyar a quienes han convertido este oficio en una forma de arte.

Porque cuando eliges un helado artesanal, eliges autenticidad, historia, cuidado y amor por el detalle, pero, sobre todo, eliges transformar un momento cotidiano en uno verdaderamente inolvidable.