Hoy en día ser líder es un gran reto, no sólo por la complejidad de los problemas que se viven, sino también porque estamos trabajando con una generación de empleados que tienen motivaciones de realización, logros y metas en el corto plazo y requieren de un nuevo estilo de liderazgo.
Pero como dice el dicho, “No todos los jefes son líderes”, y eso se evidencia cuando los empleados solo obedecen órdenes. Basta observar a la organización cuando el jefe no se encuentra para saber lo que está pasando con el liderazgo.
Los grandes líderes son los que logran motivar a un grupo de personas, se conectan para alcanzar los objetivos y son capaces de mover a su equipo a su máximo potencial con un propósito.
Según Peter Druker, gurú gerencial y padre de la administración moderna, “Un líder es alguien que tiene seguidores”. Esta definición pudiera interpretarse como quienes tienen a un jefe que admiran, le piden consejos y siguen su ejemplo en su organización. Pero atención, popularidad no es siempre sinónimo de liderazgo, existen también líderes con comportamientos negativos que contaminan a la organización.
Para ser un líder, no es suficiente ocupar un cargo o tener un título. Se requiere de habilidades como la comunicación para inspirar a otros, saber hacer el trabajo bien, pasión por la empresa, empatía, “que es ponerse en los zapatos de otros”, capacidad para establecer reglas y velar por su cumplimiento “gobernanza” y sobre todo claridad hacia dónde va la organización.
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En la actual situación de crisis de salud por la pandemia, estoy segura de que muchos jefes se destacaron por su capacidad para resolver problemas, tomar decisiones, generar confianza, organizar y delegar el trabajo. Pero, como no solo soy consultora, sino también compradora en los supermercados, observo como los empleados no siempre cumplen los protocolos de salud que exige la ley y uno se pregunta, ¿por qué?
La bioseguridad como la digitalización son un cambio disruptivo en la forma de trabajar que requiere de un “Liderazgo Transformacional”. Porque para cambiar una organización se requiere más que el cumplimiento de funciones, se necesita modificar los hábitos que forman parte de su cultura.
Hace dos años, tuve la oportunidad de participar en un proyecto de transformación digital con una de las cadenas de tiendas más grandes de Estados Unidos. La experiencia me permitió trabajar en 20 ciudades en estados como California, Texas, Florida, Georgia, Alabama, y Carolina del Norte. Pude observar las diferentes subculturas que existen dentro de una organización, en parte por la diversidad cultural y el tipo de liderazgo y gerencia que existe.
Como hispana bi-cultural, es decir, que entiendo ambas culturas, la anglosajona e hispana, pude observar las diferencias en la adopción del cambio y adaptar el programa diseñado por la empresa consultora de origen europea.
Los hispanos, necesitaban más apoyo emocional, pues observé que muchos tienen miedo a los cambios y las nuevas tecnologías. Reforzar el “sí puedes” y lo vamos a lograr fue clave, además del coaching durante varios días dentro de la tienda. Por todo eso, considero que un líder debe ser muy humano para inspirar e influir en diferentes grupos.
Formé a un total de aproximadamente 800 personas, entre alta y media gerencia y apoyé en rediseño del trabajo de cajeros a anfitriones de tienda. Un esfuerzo que requirió de una trayectoria, una “ruta de cambio” en el comportamiento y hábitos de trabajo con un programa de formación corporativa para poder cerrar la brecha de desarrollo, lo que se denomina en el entorno digital re-skill o up skill de los empleados.
Según un estudio de la empresa consultora Deloitte, la brecha de desarrollo y aprendizaje varía según sectores. En consumo masivo el 93% de los empleados manifiestan que tienen la necesidad de mejorar sus habilidades para ser exitosos en el entorno digital, mientras que la satisfacción en cuanto a cómo la compañía está desarrollándome en un entorno digital es tan sólo del 14%.
Es decir, las empresas tienen mucho por hacer para apoyar el desarrollo de su talento, que también lo va a determinar el nivel de madurez digital de la organización.
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