Un homenaje para nosotras en el Mes de la Historia de la Mujer

Quienes hemos nacido bajo el género femenino, sabemos reconocer el privilegio de ser mujer. Ser mujer en un mundo que ha sido masculinizado desde los orígenes de nuestra historia, en el que la simbología y las etiquetas, han jugado un papel vital, para conceptualizar con observancia vigilante, el rol de la mujer en la sociedad.

Sin desconocer el vasto contacto con el mundo exterior con el que han contado los hombres para construir mucho de nuestra historia, en más de 50 años, nosotras las mujeres -con valentía y riesgo- hemos ganado una fascinante carrera que, en los tiempos de nuestras abuelas y bisabuelas, eran impensables.     

Uno de los comportamientos humanos más comunes que han ejercido influencia en la naturaleza y desarrollo del rol femenino en la sociedad ha sido el machismo, el cual desde su conceptualización adquiere algunas variantes, de las que hemos sido testigos en la teoría y la practica: la dominación económica “infravaloración de la actividad laboral” y la concepción de la mujer como “trabajadora de segunda fila”.

A esta lista se le puede agregar la dominación legislativa, “no representación de la mujer en las leyes” y la dominación intelectual “inferioridad en inteligencia, en capacidad matemática, en capacidad objetiva, en lógica, en análisis, poco coeficiente intelectual”.

Reúno estos tres elementos, para resaltar el despertar y asentamiento del papel de la mujer en los planos familiar, sexual, intelectual, económico-laboral- legislativo, entre otros, demostrando la vasta carrera evolutiva que se inicia en la sociedad desde finales de los años 50, y que en nuestro siglo 21 aún se continúa batallando, con expresiones feministas extremistas, que denotan la mayor avanzada de la liberación del género.

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Gracias a esta flexibilización, las hijas de nuestras abuelas -aquellas nacidas a finales de los 50’s- se dieron a la tarea de realizar esta avanzada; esos pasos adelante, para convertir su historia cercana en una, en la que su realización personal, la expresión de sus talentos, la reclamación de sus derechos, su independencia económica y el desarrollo de su intelecto, marcaron la brecha entre el ayer y el hoy, para ellas y para nosotras.

Estas madres que con su fuerza y valentía se alimentaron de su historia, rompiendo paradigmas, barreras sociales y rechazos afianzados, lograron integrarse al mercado laboral, con el tiempo apretado para llevar a sus hijos al colegio y tener su merienda caliente de regreso a casa. Aquellas madres que nos ensenaron que ser mujer representa nuestra capacidad para Ser, para Hacer, para Construir y ser Productivas, dejando una huella en los libros de la historia.

Hoy conozco a muchas hijas de estas mujeres de las que me siento orgullosa porque son ejemplares y hay que admirarlas. Son mujeres nacidas en los 70s y 80s, que han realizado sus sueños y se han abierto camino para reinventarse y reescriben cuentos reales para nuestras hermanas, hijas, sobrinas y futuras semillas femeninas. Ellas cultivarán nuevos lenguajes alrededor de nuestro valioso rol, de la mano de los hombres, que también han alimentado este camino de independencia y de despertar de género.

Puedo mencionar a muchas mujeres que, como yo, se han lanzado a convertir sus talentos en obras productivas, luego de concretar la laboriosa tarea de estudiar, ganar salarios y hacer del ahorro su despensa para el futuro de su familia, de sus sueños. 

Son mujeres que hoy llevan sus servicios, sus productos y su conocimiento a sectores productivos, a comunidades, a personas con alguna condición de necesidad o desvalidas.

Puedo mencionar a una mujer profesional en relaciones exteriores quien regresó a su ciudad natal después de 30 años donde abrió su propio estudio de Yoga, creando su nombre y marca. A una ingeniera industrial del mundo logístico, que se dedica a apoyar emprendedores y talentos del arte en países de Latinoamérica, luego de titularse como Doctora en gestión cultural. Una música talentosa, que hoy vibra desarrollando talleres terapéuticos en Miami para la sanación del alma. Una educadora que facilita la obtención de recursos económicos para personas afectadas por la violencia en México y, una sicóloga con más de 20 años de experiencia en talento humano, quien crea su propia marca de alimentos para comercializarlos en la Florida, Estados Unidos.

Como dicen en España ¡flipo con ellas! Estas mujeres son las nietas de aquellas abuelas que no contaron con tanta suerte y con la flexibilidad societaria de un mundo más abierto y balanceado. Somos el resultado de ese camino, arrugado por las dificultades y restricciones, pero amasado por la esperanza y la libertad de cumplir con nuestro propósito.

Seguiremos sembrando senderos de igualdad, abriendo puertas de reconocimiento, reconciliación, equilibrio y oportunidades para las nuevas generaciones, que suman profundamente a las economías, al bienestar y a la continua evolución del hombre y la mujer, en un mundo en el que la comunión y la suma de las partes, multiplican, reconstruyen y florecen.