El tamal: una fiesta de sabores

Los tamales forman parte de la dieta cotidiana de los latinoamericanos gracias a su riqueza en sabores, formas e incluso hasta colores. A lo largo del tiempo se ha podido notar una evolución en ellos ya que, en los últimos años, se han convertido en un alimento más saludable, exótico e incluso gourmet.

En mi tierra, Colombia, siempre hay un motivo para consumir tamal, aunque en algunas regiones del país, este delicioso plato es tan tradicional que se suele consumir en el desayuno como plato principal, por considerarse un alimento calórico perfecto para iniciar el día.

En otros territorios colombianos y países latinoamericanos, se sirve a la hora del almuerzo, ya que su delicioso sabor y olor inconfundibles, dan un llamado a las reuniones de familia, las celebraciones, la Navidad y la fiesta de fin del año.

Son muchas las versiones y gran variedad de sabores del tamal en Latinoamérica, ya que pueden tener un sabor dulce o salado. Pero antes de conocer su preparación, conozcamos un poco de su historia.

Historia

De acuerdo con el diccionario Larousse (2021), la palabra tamal proviene del náhuatl tamalli, que significa envuelto. El tamal es un alimento de origen precolombino de las culturas mesoamericanas

que comprenden la mitad meridional de México, Guatemala, El Salvador, Belice, Honduras, el occidente de Nicaragua y Costa Rica, territorios que migraron este plato a las regiones de América del sur.

Algunas evidencias arqueológicas -como esculturas y pinturas- muestran el tamal como parte de la vida cotidiana de algunas culturas de México, como los mexicas y los mayas.

Al parecer, estas comunidades también lo comían en rituales o ceremonias. En ese entonces, el empleo de diferentes fuentes de proteína eran parte de la receta, tales como la iguana, el pavo, el conejo, la carne de ciervo y el pescado; la única diferencia con los tamales modernos es que no contenían grasa añadida.

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Preparación

La preparación moderna del tamal tiene un sinfín de variaciones. Sus ingredientes dependen del país o zona originaria de la receta.

Sin embargo, su base principal es la masa de maíz o arroz molido, que es condimentada con sal, pimienta, comino y grasa de cerdo añadida, la cual se rellena de carnes (carne de res, pollo, cerdo), verduras, aceitunas, frijol, queso, alcaparras, huevo, entre otros.

Esta mezcla de masa apetitosa es envuelta en hojas vegetales, ya sea de plátano, bijao, maíz, maguey o aguacate. Su cocción se realiza en agua muy caliente o al vapor.

Tamal mexicano

En México, por ejemplo, el tamal es el plato típico que se sirve el 2 de febrero -Día de la Candelaria- o como ofrenda el Día de los Muertos, el cual lo acompañan de atole, una bebida dulce de maíz que se toma muy caliente.

En México se destacan más de 300 variedades de tamal, originarios de cada estado de la república. El tamal mexicano, además de su relleno, suele estar compuesto por una salsa (verde, roja o de mole).

Los tamales de dulce se rellenan con algún tipo de fruta como piña, fresa y pasas.

Tamal colombiano

En Colombia, por ejemplo, existen siete variedades de tamales, los cuales también provienen de cada región del país. El tamal tolimense, el antioqueño, el santafereño, el santandereano, el valluno, el tamal de pipián y el tamal de Nariño. Todos con marcadas diferencias en ingredientes y sabor.

Como tradición se acompañan de un delicioso chocolate caliente, un buen pan aliñado, bizcochos o arepa de maíz blanco.

¡A comer tamales!

Tradicionalmente, los tamales se encuentran para la venta en plazas de mercado o en puestos callejeros. Con frecuencia, se acostumbran los negocios caseros en donde señoras que guardan la receta familiar tienen clientes recurrentes y mercadean el producto voz a voz.

También, existen fábricas industriales que elaboran este producto para su venta masiva en las neveras de congelados. Y, por supuesto, en restaurantes de comida típica este platillo no puede faltar en el menú.

¡Y que siga la fiesta! Porque los tamales no pueden faltar en esta Navidad en el menú familiar, para resaltar nuestras costumbres gastronómicas. Más que un obligado plato para saborearse, recorrer nuestras tradiciones y recordar nuestro origen, es una preparación icónica que resalta la cultura de cada lugar, de nuestra tierra que, por fortuna, hemos heredado para quedarse en nuestras mesas.