¿La fenología es la respuesta al cambio climático?

Artículo cortesía AgTools
La fenología -el ciclo de crecimiento de las plantas influido por las condiciones meteorológicas- debería ser una prioridad para todos los que nos dedicamos a la ciencia de la alimentación. A medida que nos esforzamos por hacer que nuestro sistema alimentario mundial sea más sostenible y resistente frente al cambio climático, comprender la fenología ya no es un lujo, sino una necesidad.

La producción de frutas y hortalizas comienza con la germinación de las semillas y continúa con el despliegue de las hojas, la formación de brotes laterales, el alargamiento del tallo como preparación necesaria para la aparición de inflorescencias (floración), la formación y maduración de los frutos y, por último, la senescencia (deterioro) tanto del fruto como de toda la planta.

Esta serie de etapas de crecimiento y desarrollo de la planta se denominan estados fenológicos y su aparición está estrechamente relacionada con las condiciones climáticas.

El cambio climático ya está aquí y está afectando a la calidad y el rendimiento de frutas y verduras de formas que apenas estamos empezando a comprender.

Las oscilaciones de temperatura, las lluvias intensas y las sequías tienen un impacto tangible en la productividad y el crecimiento de nuestros cultivos. Una humedad elevada y prolongada, por ejemplo, puede favorecer la proliferación de hongos y dañar cultivos como el mango o la piña.

Por eso, vigilar la temperatura diaria, la pluviosidad y el régimen de vientos puede ayudarnos a tomar decisiones preventivas, reduciendo las pérdidas y garantizando una producción homogénea y de calidad.

Cómo los cambios climáticos afectan los cultivos frutales

Algunos cultivos frutales, como el mango, la uva y la papaya, son muy sensibles a los cambios de temperatura.

  • En los mangos, un aumento de la temperatura puede provocar una floración anormal, un mal cuajado y una reducción del rendimiento.
  • Por su parte, las uvas sufren retrasos en la maduración y mermas de calidad debido a las temperaturas extremas.
  • Las papayas tampoco se libran; las temperaturas más altas pueden inducir la caída de las flores y cambios de sexo en la planta.

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Comprender estas relaciones entre temperatura y fenología es crucial para gestionar estos cultivos de forma eficaz y sostenible.

También es importante señalar que el cambio climático puede tener efectos beneficiosos o perjudiciales para algunos cultivos, dependiendo de la ubicación geográfica.

Por ejemplo, el cultivo del mango puede aumentar en regiones donde las bajas temperaturas son actualmente un factor limitante para el cultivo de esta fruta. A la inversa, varias zonas aptas para el cultivo tradicional del mango experimentarán riesgos de floración anormal, escaso cuajado y rendimiento reducido.

Mientras tanto, la sequía tiene efectos drásticos sobre los plátanos y los aguacates. Los plátanos experimentan un descenso significativo de la productividad bajo estrés por sequía, mientras que los aguacates se enfrentan a la caída de frutos y flores debido al estrés hídrico prolongado.

Los cítricos son un ejemplo de cómo la temperatura y el estrés hídrico provocados por el cambio climático pueden alterar la fenología.

Las temperaturas inusualmente altas y el estrés hídrico posterior a la polinización inhiben la fecundación de los óvulos, reduciendo el cuajado y la producción. Estas condiciones también provocan un crecimiento, maduración y absorción de nutrientes deficientes, lo que repercute negativamente tanto en los mercados de fruta fresca como en las industrias frutícolas.

¿Cómo afrontar estos retos?

Es necesario un planteamiento polifacético que incluya estrategias de riego sólidas, una mejor nutrición y una poda selectiva. También podemos recurrir a enfoques genéticos y moleculares innovadores, como el desarrollo de variedades de cultivos resistentes al calor y a la sequía.

El sombreado también puede ser una forma sencilla pero eficaz de regular la temperatura de las hojas y aliviar la presión del vapor de agua en los cítricos.

Los impredecibles cambios climáticos están poniendo en jaque las fases fenológicas de las plantas, repercutiendo en la calidad de nuestras cosechas y amenazando la eficiencia de nuestros sistemas de producción y distribución de alimentos. Pero esto no es nuevo.

Lo que sí es nuevo es que necesitamos comprender mejor cómo aprovechar las fases fenológicas para reducir los residuos y aumentar la calidad con el fin de reducir la huella de carbono de la producción de alimentos.

Como científicos y tecnólogos de la alimentación, tenemos un papel vital que desempeñar. Educándonos a nosotros mismos y a los demás, y aprovechando nuestra experiencia única, podemos ayudar a construir un sistema alimentario mundial más sostenible y resistente frente al cambio climático.

Recordemos que no se trata sólo del futuro de nuestro sector, sino del futuro de nuestro planeta. Hagamos que cuente.

Artículo publicado originalmente en la edición de septiembre de 2023 de Food Technology (https://www.ift.org)

Autores: Armando Carrillo López, Daniela Méndez, Martha Montoya, Javier Rafael Naranjo y Jesús Barajas Prado.