La preocupación por la acumulación de gases en la atmósfera terrestre y su impacto, ha llevado a las empresas de alimentos a proponer soluciones para reducir las emisiones de esos productos.
Tras la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP27), celebrada en noviembre de 2022 en Egipto, los representantes de la industria manifestaron su intención de ayudar a preservar el ambiente.
Durante el evento, los expertos dijeron que las empresas de alimentos emiten una cuarta parte de los gases de efecto invernadero que modifican las temperaturas del planeta. La ganadería es la que más contribuye con el deterioro del ecosistema.
La producción alimentaria industrializada tiene también una cuota de responsabilidad. Actualmente, constituye una amenaza para el 86% de las especies en peligro de extinción en todo el mundo.
Esto afecta no solamente a la biodiversidad, sino también a la seguridad alimentaria. Debido al cambio climático hay malas cosechas y pérdida de ganado.
Por tal razón, los empresarios consideran necesario llevar a cabo acciones concretas para enfrentar ese problema y salvar a la agroindustria.
Especialmente, teniendo en cuenta el contexto de la guerra entre Rusia y Ucrania, el cual ha disparado los precios de los alimentos y provocado el desabastecimiento de algunos rubros en distintos países.
Las propuestas de las empresas de alimentos
La propuesta de las empresas de alimentos incluye el uso de una variedad de tecnología e incentivos para disminuir las actividades contaminantes.
En su opinión, las medidas que se tomen para frenar el problema atmosférico son clave para el sector agrícola y la comunidad en general.
Los científicos están de acuerdo con reducir las emisiones de gases, pero algunas organizaciones no gubernamentales (ONG) y activistas ambientales, no creen en tales acciones ni en sus posibles resultados.
Según han señalado, los planteamientos presentados en la COP27 responden más a intereses corporativos que a acabar con las “malas prácticas” de la industria.
Entre otras cosas, los empresarios plantean utilizar la robótica, eructos del ganado, fertilizantes a base de combustibles fósiles y la agricultura industrial como alternativa ecológica.
Agricultura “climáticamente inteligente”
Este enfoque no es nuevo, pero para las empresas de alimentos representa una gran oportunidad para garantizar la productividad sostenible.
Diversas corporaciones, gobiernos y organismos multilaterales como la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la han incluido en sus planes y políticas climáticas.
Incluso, han destinado cuantiosas sumas de dinero para la investigación de soluciones tecnológicas inteligentes, como por ejemplo, robots desmalezadores.
Se cree que esas máquinas son capaces de evitar el uso de pesticidas y de ayudar a los agricultores a transformar sus sistemas de cultivos.
También se evalúan otras formas de abordar el desafío climático como la Inteligencia Artificial (IA), carne cultivada, riego por goteo y productos lácteos cero.
El sector empresarial considera que esto podría contribuir enormemente a reducir las emisiones y garantizar la seguridad alimentaria.
Poner a dieta el ganado
Se sabe que el gas metano le hace un grave daño a la atmósfera, ya que atrapa el calor e incide en el calentamiento global.
Las vacas y otros animales que se alimentan de pasto lo emiten a menudo.
Los fertilizantes nitrogenados que usan los agricultores para que esas plantas crezcan, hace que lo absorban y boten cada vez que eructan.
Las empresas de alimentos plantean cortar las emisiones, modificando la dieta del ganado.
Una opción sería alimentarlo con productos elaborados a base de algas marinas, ajo, té verde, ozono e inhibidores de enzimas.
Reducir el consumo de carnes y lácteos solucionaría también parte del problema, pero en la COP27 no se habló de cambiar la dieta humana.
Mayor acceso a fertilizantes de combustibles fósiles
Otras de las soluciones sugeridas por la industria en el marco de la Conferencia Mundial sobre Cambio Climático, tiene que ver con los combustibles fósiles.
La industria de alimentos depende de esta fuente de energía para producir fertilizantes nitrogenados sintéticos.
De acuerdo con un estudio de 2022, esos abonos generan el 2% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Aunque reducir su uso sería lo adecuado para mitigar los daños ambientales, los representantes del sector piensan que deberían ampliar el acceso y hacer más eficientes los fertilizantes.